Sarai Aguilar Arriozola, para Milenio, analiza la controversia en torno al teatro y su papel en el activismo social. La autora plantea preguntas cruciales sobre cómo las expresiones artísticas pueden ser malinterpretadas y etiquetadas como terrorismo en contextos de alta polarización política.
El texto destaca casos recientes donde actores y dramaturgos han sido acusados de promover el terrorismo debido a los contenidos críticos y provocadores de sus obras. Aguilar Arriozola argumenta que estas acusaciones reflejan un desconocimiento y miedo hacia el poder del arte para cuestionar y desafiar el status quo.
La autora subraya que el teatro ha sido históricamente una plataforma para el discurso político y la resistencia social. A través de la dramatización de realidades incómodas, el teatro invita a la reflexión y al debate, características esenciales de cualquier sociedad democrática. Sin embargo, en tiempos recientes, estos intentos de fomentar el diálogo han sido reprimidos bajo pretextos de seguridad nacional.
Aguilar Arriozola también critica la censura y la represión que enfrentan los artistas. Menciona que etiquetar el activismo artístico como terrorismo no solo es injusto, sino que también mina la libertad de expresión y creatividad. Este enfoque restrictivo impide que las voces críticas contribuyan al cambio social y al progreso.
El artículo concluye con un llamado a defender el teatro y otras formas de expresión artística como herramientas legítimas y necesarias para la transformación social. Aguilar Arriozola aboga por una mayor comprensión y aprecio del arte como un componente vital de la democracia y la libertad.
Creditos: Milenio
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